Estaba tan acostumbrada a pasarlo mal que me asusta la idea
de que ahora me vayan las cosas tan bien. Me asustan hasta el punto de que
tengo miedo. Miedo a la propia felicidad. A que ahora me vayan las cosas bien
pero y ¿después?
Estaba tan acostumbrada a llorar por las esquinas y a ir con
la cabeza agachada que ahora me extraño cada vez que miro al espejo y me veo sonreír.
Si, es una sensación que me encanta y la vez me desconcierta de algún modo.
Va a ser verdad eso que dicen que después de la tormenta
siempre llega la calma, y si es acompañada de una sonrisa, pues mejor. Y
también va a ser verdad eso que dicen de que el tiempo le da a cada uno lo que
merece. Yo te tengo a ti, qué más puedo pedir.
Pero pensándolo bien, tengo un serio problema con el tiempo.
Desde siempre ha sido mi enemigo, el que se iba para no volver, el que pasaba y
no mejoraba las cosas. Tiempo, tiempo era lo que necesitaba y lo que a la vez
me ahogaba. Y ahora, ahora es el tiempo el que me hace ver que querer a alguien
con todas tus fuerzas es una de las cosas más maravillosas que pueden existir.
Es como una relación amor odio, un ni contigo ni sin ti. Que
no te necesito tiempo, pero por favor no te vayas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario