Para ti, para mi. Que sé yo.

Déjame tocarte, aunque sea la última vez.
Recorrer tu espalda con las yemas de mis dedos.
Acariciar tu piel y ver como se te erizan los pelos.
Sentir que eres tú, que soy yo, y que sobra el resto.
Amanecer abraza a ti y a tus cinco sentidos.
Que me entren escalofrios cada vez que pienso en tu
sonrisa y en las ganas que tengo de besarte cada vez
que te veo aparecer, con esas ganas de comerte el
mundo que tienes siempre.
Sentir que arriesgué, y que gané.
Que gané lo mejor que me ha pasado en la vida.
Mis ganas de sonreir. Las mismas ganas que se
esfumaron detrás de tu último adiós, de tu
último beso.
Nunca fui partidaria de las despedidas, sabes
más que nadie que no las soporto, pero esta era
necesaria. Saber que te perdía, para siempre.
No poder hacer nada para evitarlo.
saber que no me volvería a despertar a tu lado.
Que no volveriamos a pasear por las calles de Madrid.
Tu sonrisa, tu sonrisa sigue igual de preciosa que siempre.
Ahora la única diferencia es que el motivo no soy yo.
Estúvimos a nada de serlo todo. Me conocía cada
uno de tus lunares, el punto exacto donde tenías cosquillas.
Todas tus manías, tus debilidades.
Tumbada encima de tu pecho, escuchando tu respiración.
¿No lo echas de menos?, ¿no echas de menos sentir que
estábamos hechos el uno para el otro?
Ahora dime, seas quien seas. ¿Qué hacer, si al perder
a alguien, te has perdido a ti mismo?
Si no sabes ni quien eres.
Como si mi otra mitad se hubiera ido con él para no
volver más, como si no la pudiera encontrar nunca.

Ya no sé ni por quién escribo. Si escribo por ti, por mi.

O por eso que teniamos un día que desapreció, asi sin más.
tampoco sé si escribo para olvidarte, para recordarte, o
simplemente por escribir.
Que quien aguanta todas mis rayadas, todas mis lágrimas
de madrugada es el papel, y no tú.
Cambio de papeles, ya ves.

Para ti, para mi. Para un corazón hecho pedazos.
Para alguien que ha perdido su lugar.
Para quien me quiera escuchar, o entender.
Para ti, para mi. Que sé yo.