jueves, 12 de diciembre de 2013

No te dejes de querer nunca.

Una sensación extraña recorría todo mi cuerpo cuando te vi llorar. No sabía que hacer, abrazarte, dejarte llorar o huir.
Me encontraba en un laberinto del que era muy difícil salir, pero opté por la irme por la salida más lógica y te abracé. Sentía como se me caían las lágrimas a mi también, como se juntaban y caían junto a la almohada. Nunca te había visto así, y sinceramente no me gustaría volver a repetirlo.
Tú, que eras una persona que nunca lloraba, tú que eras una persona que nunca mostraba sus sentimientos, tú que siempre te tragabas tus propios problemas estabas ahí, junto a mi. Solo quería que sintieras que estaba ahí, a tu lado, y que te abrazaría todo lo que pudiese, tan fuerte como necesitases.
En ese momento el mundo se paró, sentía que no había nada más, solo quería escapar contigo y no verte llorar. Sentí que un escalofrío se apoderaba de mi, ¿por qué? ¿seria por verte llorar? ¿por verme llorar? No lo sé, pero era una sensación tan extraña que era desconocida para mi. Nunca me había sentido tan mal conmigo misma por no poder ayudar, por no poder parar de llorar, por verte tan mal. Por un momento me quedé callada, abrazada a ti, solo se oían tus llantos, tus ganas de huir, tus tierra tragame o tus abrazame fuerte silenciosos.
Cuando me fui me quedé pensando en ti, en esa fragilidad que me mostraste en esas lágrimas que mojaron la almohada y me volví a sentir mal. Y supongo que la historia se repite,  y que una mala racha la tiene cualquiera.
Yo ahora solo deseo que sonrías, que vuelvas a tener esa sonrisa que te caracteriza, que vuelvas a ser el chico que hacia reír a la gente, y que por favor, no te dejes de querer nunca.

No hay comentarios: